La mediación es uno de los llamados métodos alternos para la
solución de conflictos y consiste en privilegiar el diálogo, el entendimiento y
la consecución de acuerdos por las partes involucradas, con la ayuda experta
del mediador.
Pero ¿qué es el conflicto? Bueno, podemos definirlo como la situación
en la que dos o más personas están en oposición o desacuerdo porque sus
posiciones, intereses, necesidades, deseos o valores son incompatibles o son percibidos
como incompatibles, en el que juegan un papel muy importante las emociones y
sentimientos, y donde la relación entre las personas en conflicto puede salir
robustecida o perjudicada en función de cómo sea el proceso de resolución del
mismo.
Y, bueno, la verdad es que si pensamos en la palabra “conflicto”,
de inmediato se nos vienen a la mente imágenes de peleas, discusiones, todas
con una connotación desagradable, y cuando pensamos en cómo resolverlo, no
pocas ocasiones creemos que la única manera es la confrontación directa o, en
otros casos, en pleitos judiciales interminables que afectan nuestra calidad de
vida.
Probablemente piensen que los conflictos son ajenos a
nosotros y que como “yo no soy conflictivo o problemático”, esta charla sale
sobrando y no me interesa.
Déjenme decirles que el conflicto es parte esencial de
nuestra existencia, porque aunque no lo busquemos conscientemente, el conflicto
tarde o temprano se nos presenta bajo formas que desafortunadamente no
reconocemos como eso, como un conflicto, ya sea porque nos hemos acostumbrado a
él o porque pensamos que nuestra forma de enfrentarlo le quita toda esa carga
negativa que como dije, afecta nuestra calidad de vida.
Así, tenemos conflictos con nuestros compañeros de trabajo,
de escuela; nuestros vecinos, nuestros amigos, nuestra familia; con el señor
que todos los días se estaciona en el lugar que nos queda más cerca a la
oficina, etcétera.
Pero el conflicto no es en sí mismo negativo. Lo que nos hace
percibirlo de esa manera es la forma errónea en que lo enfrentamos pues cuando
lo tenemos frente a nosotros, acostumbramos a imponer nuestros puntos de vista,
a satanizar a la otra parte, a descalificarla, lo que nos lleva a una situación
realmente incómoda y muy estresante, en la que cada uno de los involucrados
tratará de anular o destruir a su contraparte, a quien ven como un enemigo.
En realidad, el conflicto representa una oportunidad para
escucharse y tomar acuerdos que beneficien a las dos partes y para ello está el
mediador, que cuenta con las habilidades necesarias para lograr que los
participantes de la mediación puedan comunicarse efectivamente y puedan llegar
a acuerdos en los que ambos no solamente resuelvan su conflicto, sino que
además queden con la posibilidad de recomponer la relación lastimada
previamente.
¿Qué conflictos pueden mediarse? Prácticamente cualquier
conflicto puede mediarse, siempre y cuando exista voluntad de las partes para
hacerlo. Asuntos vecinales, escolares, familiares, créditos, pensión
alimenticia, custodia de los hijos, sucesiones, en fin, como dije al principio,
casi cualquier conflicto.
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