jueves, 24 de octubre de 2013
miércoles, 28 de agosto de 2013
jueves, 1 de agosto de 2013
Entrevista en Voces y Palabras por la Paz, de la República Argentina (17 de julio de 2013, primera parte).
El programa Voces y Palabras de la radio argentina, me hizo el honor de
invitarme a participar. Aquí la primera parte. Gracias a Liliana Morelli
y Juan José Chamorro, así como a Estela Palumbo por la invitación y su
generosidad.
https://www.youtube.com/watch?v=-r5iOyZnYfY
https://www.youtube.com/watch?v=-r5iOyZnYfY
miércoles, 10 de abril de 2013
domingo, 7 de abril de 2013
Participación en Mitoteando con Sasha
Participación en el programa Mitoteando con Sasha, en el canal 25 Siga Tv, sobre el bullying homofóbico. Minuto 36, pero vean el programa completo porque es muy interesante y entretenido.
jueves, 21 de marzo de 2013
Mediación en el divorcio
Frecuentemente se piensa en el divorcio como un proceso legal
complicado y engorroso porque hay que contratar un abogado y acudir al juzgado,
en el que se privilegia el enfrentamiento legal en los tribunales, generalmente
con costos enormes en todos los aspectos: económicos, emocionales, legales, y
muy rara vez se aprovecha la sinergia previamente existente entre la pareja
para encontrar una salida negociada.
Y es que por el manejo equivocado de los conflictos las
personas involucradas en un divorcio, están más animadas a la pelea, la
revancha, la venganza, a hacer daño al cónyuge sin importar los hijos y la
propia salud. Vemos en un proceso de ese tipo la oportunidad de desquitarnos de
todo aquello que consideramos una ofensa, para ponernos a mano, o dar el
“último y mejor golpe, porque de mí nadie se burla”, y olvidamos que con esa
persona con la que ahora no podemos vernos ni en pintura, vivimos momentos
agradables, hicimos planes, tuvimos hijos.
Esa situación previa parece borrarse por completo de nuestras
mentes y de hecho nos condicionamos imaginando que todo lo que hace o dice la
otra persona no es sino parte de un plan malévolo para hacernos aún más daño.
Pero no es así. El diálogo y la convivencia sobre las bases
del reconocimiento propio son fundamentales para entablar una negociación
exitosa. Durante el diálogo se identifican las emociones que hacen las veces de
máscaras que disfrazan el verdadero conflicto y que por ello nos impide llegar
a un buen acuerdo.
Debemos recordar que el mal manejo de las emociones bloquea
los verdaderos intereses que tenemos cada uno de nosotros. Es decir, a veces en
el reproche de no permitir las visitas al padre o madre que no tiene la
custodia “porque invitas a tus amigos a beber a la casa”, se esconde la legítima
preocupación por el bienestar de los hijos, solo que erróneamente expresada.
No hablar y no escuchar son síntomas de un atascamiento
inducido por un conflicto que se trata de resolver por la fuerza. Esta
violencia dificulta la comunicación pues cada parte cree tener la razón y está
convencida de que la otra está equivocada y por lo tanto es la que debe
cambiar.
La única manera de manera de desatascar el conflicto es que
las partes comiencen a hablarse y a escucharse, para encontrar un camino y avanzar
juntos hacia una resolución.
Redescubrir en la expareja a la persona con la que se casó,
encontrar los objetivos comunes que tienen como divorciados e incluso conversar
como amigos, son herramientas que sirven para hallar ese camino para la
resolución del conflicto.
Esta es precisamente una de las tareas del Mediador: ayudar a
los mediados a identificar sus propios intereses, entremezclados con el sin fin
de emociones que siempre revolotean en estos casos, y llegar a los acuerdos que
sean beneficiosos no solamente para los hijos, sino para los padres
divorciados, y a veces, para las familias de estos como los tíos y abuelos de
los niños, quienes sin duda también resienten los efectos del divorcio y la
nueva vida que comienza.
miércoles, 20 de marzo de 2013
La mediación en el divorcio
lunes, 4 de marzo de 2013
miércoles, 27 de febrero de 2013
Homofobia y acoso o bullying
El acoso o bullying, como se le llama actualmente, siempre ha
existido en distintos contextos: Hay acoso escolar, acoso laboral, acoso por
homofobia, etc.
Este fenómeno tiene raíces similares pues en cualquiera de
sus manifestaciones, el acoso tiene su origen en clichés y desconocimiento de
cómo son las personas, precisamente por falta de comunicación efectiva.
En el caso de la homofobia y el acoso que muchas veces de
ello se deriva, debemos recordar que los individuos somos producto de nuestra
formación cultural y eso nos obliga a comportarnos de determinada manera.
Así, si desde la infancia se nos inculcan ideas acerca de que
los homosexuales son niñas, no se aguantan, son pederastras, gente peligrosa y
nada confiable, es lógico que una vez que conocemos a un homosexual, toda esa
carga cultural se hará presente y con ello el rechazo para con él.
La educación, la tolerancia, el diálogo y la empatía son
indispensables para lograr que exista una comunicación efectiva con las
personas que erróneamente identificamos como diferentes.
Pero además de ello, debemos estar conscientes de que esa
carga cultural afecta nuestra percepción del mundo y por ello es necesario que identifiquemos
esas “trampas negativas”, para, en la medida de lo posible, deshacernos de ellas
en aras de mejorar las relaciones con los demás.
La primera de las trampas es el tribalismo, que podemos
definir como un llamado a la identidad de grupo que identifica a los no
homosexuales como conocidos y confiables, y por el contrario, a la comunidad
gay como un grupo extraño del cual hay que desconfiar. “No sabemos de qué son
capaces”, es una de las frases más socorridas.
La segunda es la satanización, esto es, la tendencia de ver
al otro grupo como malo, no solamente culpable de “actos malos”, sino
esencialmente “malo”. Ellos, los malos, no tienen corazón y no se detendrán por
nada para dañar a los que no son como ellos.
La deshumanización o moralismo, que implica ubicarse a sí
mismos como rectos, decentes, llenos de moral, mientras “los otros” con
calificados como objetos, sin atributos humanos que los hagan semejantes a uno.
Mientras uno es inocente y meritorio, el otro grupo es amoral y sus puntos de
vista, equivocados.
Todos nosotros tenemos imbíbitas estas trampas, pues
desgraciadamente son deformaciones producto de la carga cultural que tenemos en
nuestra mente y constituyen en realidad uno de los factores que impulsan el
acoso homofóbico, ya sea en la escuela, en el trabajo, en la calle y hasta en
el aspecto político y jurídico, como se ha visto recientemente con la aprobación
de leyes que impulsan la no discriminación y la igualdad de los homosexuales
con el resto de la población.
Estos puntos de vista son el abono para que surjan los
conflictos en las relaciones humanas y la mediación es la herramienta perfecta
para solucionarlos, privilegiando el acuerdo, el diálogo, la tolerancia, el
entendimiento y la paz.
Conflicto y mediación
La mediación es uno de los llamados métodos alternos para la
solución de conflictos y consiste en privilegiar el diálogo, el entendimiento y
la consecución de acuerdos por las partes involucradas, con la ayuda experta
del mediador.
Pero ¿qué es el conflicto? Bueno, podemos definirlo como la situación
en la que dos o más personas están en oposición o desacuerdo porque sus
posiciones, intereses, necesidades, deseos o valores son incompatibles o son percibidos
como incompatibles, en el que juegan un papel muy importante las emociones y
sentimientos, y donde la relación entre las personas en conflicto puede salir
robustecida o perjudicada en función de cómo sea el proceso de resolución del
mismo.
Y, bueno, la verdad es que si pensamos en la palabra “conflicto”,
de inmediato se nos vienen a la mente imágenes de peleas, discusiones, todas
con una connotación desagradable, y cuando pensamos en cómo resolverlo, no
pocas ocasiones creemos que la única manera es la confrontación directa o, en
otros casos, en pleitos judiciales interminables que afectan nuestra calidad de
vida.
Probablemente piensen que los conflictos son ajenos a
nosotros y que como “yo no soy conflictivo o problemático”, esta charla sale
sobrando y no me interesa.
Déjenme decirles que el conflicto es parte esencial de
nuestra existencia, porque aunque no lo busquemos conscientemente, el conflicto
tarde o temprano se nos presenta bajo formas que desafortunadamente no
reconocemos como eso, como un conflicto, ya sea porque nos hemos acostumbrado a
él o porque pensamos que nuestra forma de enfrentarlo le quita toda esa carga
negativa que como dije, afecta nuestra calidad de vida.
Así, tenemos conflictos con nuestros compañeros de trabajo,
de escuela; nuestros vecinos, nuestros amigos, nuestra familia; con el señor
que todos los días se estaciona en el lugar que nos queda más cerca a la
oficina, etcétera.
Pero el conflicto no es en sí mismo negativo. Lo que nos hace
percibirlo de esa manera es la forma errónea en que lo enfrentamos pues cuando
lo tenemos frente a nosotros, acostumbramos a imponer nuestros puntos de vista,
a satanizar a la otra parte, a descalificarla, lo que nos lleva a una situación
realmente incómoda y muy estresante, en la que cada uno de los involucrados
tratará de anular o destruir a su contraparte, a quien ven como un enemigo.
En realidad, el conflicto representa una oportunidad para
escucharse y tomar acuerdos que beneficien a las dos partes y para ello está el
mediador, que cuenta con las habilidades necesarias para lograr que los
participantes de la mediación puedan comunicarse efectivamente y puedan llegar
a acuerdos en los que ambos no solamente resuelvan su conflicto, sino que
además queden con la posibilidad de recomponer la relación lastimada
previamente.
¿Qué conflictos pueden mediarse? Prácticamente cualquier
conflicto puede mediarse, siempre y cuando exista voluntad de las partes para
hacerlo. Asuntos vecinales, escolares, familiares, créditos, pensión
alimenticia, custodia de los hijos, sucesiones, en fin, como dije al principio,
casi cualquier conflicto.
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