jueves, 1 de agosto de 2013

Entrevista en Voces y Palabras por la Paz, de la República Argentina (17 de julio de 2013, primera parte).

El programa Voces y Palabras de la radio argentina, me hizo el honor de invitarme a participar. Aquí la primera parte. Gracias a Liliana Morelli y Juan José Chamorro, así como a Estela Palumbo por la invitación y su generosidad.
https://www.youtube.com/watch?v=-r5iOyZnYfY

domingo, 7 de abril de 2013

Participación en Mitoteando con Sasha

Participación en el programa Mitoteando con Sasha, en el canal 25 Siga Tv, sobre el bullying homofóbico. Minuto 36, pero vean el programa completo porque es muy interesante y entretenido.

jueves, 21 de marzo de 2013

Mediación en el divorcio



Frecuentemente se piensa en el divorcio como un proceso legal complicado y engorroso porque hay que contratar un abogado y acudir al juzgado, en el que se privilegia el enfrentamiento legal en los tribunales, generalmente con costos enormes en todos los aspectos: económicos, emocionales, legales, y muy rara vez se aprovecha la sinergia previamente existente entre la pareja para encontrar una salida negociada.
Y es que por el manejo equivocado de los conflictos las personas involucradas en un divorcio, están más animadas a la pelea, la revancha, la venganza, a hacer daño al cónyuge sin importar los hijos y la propia salud. Vemos en un proceso de ese tipo la oportunidad de desquitarnos de todo aquello que consideramos una ofensa, para ponernos a mano, o dar el “último y mejor golpe, porque de mí nadie se burla”, y olvidamos que con esa persona con la que ahora no podemos vernos ni en pintura, vivimos momentos agradables, hicimos planes, tuvimos hijos.
Esa situación previa parece borrarse por completo de nuestras mentes y de hecho nos condicionamos imaginando que todo lo que hace o dice la otra persona no es sino parte de un plan malévolo para hacernos aún más daño.
Pero no es así. El diálogo y la convivencia sobre las bases del reconocimiento propio son fundamentales para entablar una negociación exitosa. Durante el diálogo se identifican las emociones que hacen las veces de máscaras que disfrazan el verdadero conflicto y que por ello nos impide llegar a un buen acuerdo.
Debemos recordar que el mal manejo de las emociones bloquea los verdaderos intereses que tenemos cada uno de nosotros. Es decir, a veces en el reproche de no permitir las visitas al padre o madre que no tiene la custodia “porque invitas a tus amigos a beber a la casa”, se esconde la legítima preocupación por el bienestar de los hijos, solo que erróneamente expresada.
No hablar y no escuchar son síntomas de un atascamiento inducido por un conflicto que se trata de resolver por la fuerza. Esta violencia dificulta la comunicación pues cada parte cree tener la razón y está convencida de que la otra está equivocada y por lo tanto es la que debe cambiar.
La única manera de manera de desatascar el conflicto es que las partes comiencen a hablarse y a escucharse, para encontrar un camino y avanzar juntos hacia una resolución.
Redescubrir en la expareja a la persona con la que se casó, encontrar los objetivos comunes que tienen como divorciados e incluso conversar como amigos, son herramientas que sirven para hallar ese camino para la resolución del conflicto.
Esta es precisamente una de las tareas del Mediador: ayudar a los mediados a identificar sus propios intereses, entremezclados con el sin fin de emociones que siempre revolotean en estos casos, y llegar a los acuerdos que sean beneficiosos no solamente para los hijos, sino para los padres divorciados, y a veces, para las familias de estos como los tíos y abuelos de los niños, quienes sin duda también resienten los efectos del divorcio y la nueva vida que comienza.

miércoles, 20 de marzo de 2013

La mediación en el divorcio



Participación en el programa Mitoteando con Sasha, en canal 25 Siga Tv, de Chilpancingo, Guerrero.
 


miércoles, 27 de febrero de 2013

Homofobia y acoso o bullying



El acoso o bullying, como se le llama actualmente, siempre ha existido en distintos contextos: Hay acoso escolar, acoso laboral, acoso por homofobia, etc.
Este fenómeno tiene raíces similares pues en cualquiera de sus manifestaciones, el acoso tiene su origen en clichés y desconocimiento de cómo son las personas, precisamente por falta de comunicación efectiva.
En el caso de la homofobia y el acoso que muchas veces de ello se deriva, debemos recordar que los individuos somos producto de nuestra formación cultural y eso nos obliga a comportarnos de determinada manera.
Así, si desde la infancia se nos inculcan ideas acerca de que los homosexuales son niñas, no se aguantan, son pederastras, gente peligrosa y nada confiable, es lógico que una vez que conocemos a un homosexual, toda esa carga cultural se hará presente y con ello el rechazo para con él.
La educación, la tolerancia, el diálogo y la empatía son indispensables para lograr que exista una comunicación efectiva con las personas que erróneamente identificamos como diferentes.
Pero además de ello, debemos estar conscientes de que esa carga cultural afecta nuestra percepción del mundo y por ello es necesario que identifiquemos esas “trampas negativas”, para, en la medida de lo posible, deshacernos de ellas en aras de mejorar las relaciones con los demás.
La primera de las trampas es el tribalismo, que podemos definir como un llamado a la identidad de grupo que identifica a los no homosexuales como conocidos y confiables, y por el contrario, a la comunidad gay como un grupo extraño del cual hay que desconfiar. “No sabemos de qué son capaces”, es una de las frases más socorridas.
La segunda es la satanización, esto es, la tendencia de ver al otro grupo como malo, no solamente culpable de “actos malos”, sino esencialmente “malo”. Ellos, los malos, no tienen corazón y no se detendrán por nada para dañar a los que no son como ellos.
La deshumanización o moralismo, que implica ubicarse a sí mismos como rectos, decentes, llenos de moral, mientras “los otros” con calificados como objetos, sin atributos humanos que los hagan semejantes a uno. Mientras uno es inocente y meritorio, el otro grupo es amoral y sus puntos de vista, equivocados.
Todos nosotros tenemos imbíbitas estas trampas, pues desgraciadamente son deformaciones producto de la carga cultural que tenemos en nuestra mente y constituyen en realidad uno de los factores que impulsan el acoso homofóbico, ya sea en la escuela, en el trabajo, en la calle y hasta en el aspecto político y jurídico, como se ha visto recientemente con la aprobación de leyes que impulsan la no discriminación y la igualdad de los homosexuales con el resto de la población.
Estos puntos de vista son el abono para que surjan los conflictos en las relaciones humanas y la mediación es la herramienta perfecta para solucionarlos, privilegiando el acuerdo, el diálogo, la tolerancia, el entendimiento y la paz.

Conflicto y mediación



La mediación es uno de los llamados métodos alternos para la solución de conflictos y consiste en privilegiar el diálogo, el entendimiento y la consecución de acuerdos por las partes involucradas, con la ayuda experta del mediador.
Pero ¿qué es el conflicto? Bueno, podemos definirlo como la situación en la que dos o más personas están en oposición o desacuerdo porque sus posiciones, intereses, necesidades, deseos o valores son incompatibles o son percibidos como incompatibles, en el que juegan un papel muy importante las emociones y sentimientos, y donde la relación entre las personas en conflicto puede salir robustecida o perjudicada en función de cómo sea el proceso de resolución del mismo.
Y, bueno, la verdad es que si pensamos en la palabra “conflicto”, de inmediato se nos vienen a la mente imágenes de peleas, discusiones, todas con una connotación desagradable, y cuando pensamos en cómo resolverlo, no pocas ocasiones creemos que la única manera es la confrontación directa o, en otros casos, en pleitos judiciales interminables que afectan nuestra calidad de vida.
Probablemente piensen que los conflictos son ajenos a nosotros y que como “yo no soy conflictivo o problemático”, esta charla sale sobrando y no me interesa.
Déjenme decirles que el conflicto es parte esencial de nuestra existencia, porque aunque no lo busquemos conscientemente, el conflicto tarde o temprano se nos presenta bajo formas que desafortunadamente no reconocemos como eso, como un conflicto, ya sea porque nos hemos acostumbrado a él o porque pensamos que nuestra forma de enfrentarlo le quita toda esa carga negativa que como dije, afecta nuestra calidad de vida.
Así, tenemos conflictos con nuestros compañeros de trabajo, de escuela; nuestros vecinos, nuestros amigos, nuestra familia; con el señor que todos los días se estaciona en el lugar que nos queda más cerca a la oficina, etcétera.
Pero el conflicto no es en sí mismo negativo. Lo que nos hace percibirlo de esa manera es la forma errónea en que lo enfrentamos pues cuando lo tenemos frente a nosotros, acostumbramos a imponer nuestros puntos de vista, a satanizar a la otra parte, a descalificarla, lo que nos lleva a una situación realmente incómoda y muy estresante, en la que cada uno de los involucrados tratará de anular o destruir a su contraparte, a quien ven como un enemigo.
En realidad, el conflicto representa una oportunidad para escucharse y tomar acuerdos que beneficien a las dos partes y para ello está el mediador, que cuenta con las habilidades necesarias para lograr que los participantes de la mediación puedan comunicarse efectivamente y puedan llegar a acuerdos en los que ambos no solamente resuelvan su conflicto, sino que además queden con la posibilidad de recomponer la relación lastimada previamente.
¿Qué conflictos pueden mediarse? Prácticamente cualquier conflicto puede mediarse, siempre y cuando exista voluntad de las partes para hacerlo. Asuntos vecinales, escolares, familiares, créditos, pensión alimenticia, custodia de los hijos, sucesiones, en fin, como dije al principio, casi cualquier conflicto.